miércoles, 28 de julio de 2010

8vo Encuentro: El joven de los ojos color verdemar.

Me acosté tarde, en una cama ajena, me cubrí con el edredón azul y puse mi cabeza sobre las almohadas verdes, vi un rato al techo y pensé en lo cansada que estaba, mi mente recordó la noche llena de cerveza, marihuana y cocaína, de hace unos días, pensé también en el árbol que estaba afuera de este cuarto que no me pertenecía, y en si este árbol podría ver mis sueños como Soto, recordé que llevaba una semana de no soñar nada y note la fuerte esencia a colonia y tabaco, el olor me hizo pensar en el dueño de esa cama, todo se torno color plomo, me vi envuelta en una manta de nubes, nubes con textura áspera y que cortaban, se hizo un agujero en la nube que me sostenía y caí en picada hacia el piso. Toque el césped verde y sentí la loca necesidad de correr, así que lo hice, corrí rápidamente atreves de un valle lleno de flores, sentía que alguien me perseguía, llegue a una playa de arena blanca y mar azul, había alguien atrás de mi, AH! Grite cuando algo frio toco mi hombro, eras tú.


Saque una pipa de aluminio larga y rosada, la encendí y fume, comencé a caminar en dirección opuesta a ti, ya no soportaba verte a la cara, sentía enojo y frustración. Tú te habías alejado de mí, te fuiste durante tanto tiempo, que ni siquiera sabía si estaba feliz por verte, o triste porque volviste a aparecer, me seguiste todo el camino, mis pies descalzos sobre la arena mojada, la deliciosa brisa del mar sobre mi piel, el olor a tabaco proveniente de la cama que inundaba mi sueño, voltee y ya no estabas, en tu lugar estaba un sujeto alto, de ojos verdes y pelo negro, con la mirada fija, penetrante y triste, estaba parado viéndome fijamente con sus hermosos ojos color verdemar, levanto la ceja y me sobo la cabeza.

-Como estas? Le dije.

-Estoy bien. Contesto con un poco de frialdad.

-No sabes que es lo que pasa? Pregunte sin saber exactamente lo que decía.

-No, no lo se. Como estas tu?

-Estoy bien, siento ganas de dibujar, pero no se que dibujar.

-Dibuja un pie.

-Un pie? Sonreí.

-Si, un pie. Me volvió a ver detenidamente y sonrió de forma un poco burlona. Avanzo unos cuantos pasos en dirección al agua, extendió su mano en dirección hacia mí y dijo:

-Vamos a nadar.

Cómo decirle que no a su tierna mirada? Tome su mano y caminamos juntos hacia el agua, nos sumergimos de forma estrepitosa, llegamos pronto al fondo, el sonrió hizo con su mano una mueca indicándome que lo siguiera, nado frente a mi y me llevo a un arrecife, lleno de peces de distintos colores, formas y tamaños. Estaba distraída viendo los miles de peces que me rodeaban, el se acerco y me abrazo.

-Todo va a estar bien. Me dijo con una voz tenue y profunda.

De forma espontanea acerco su boca a mi mejilla, fue un beso corto y sin mucho adorno, sin embargo fue un beso agradable. El dueño de la cama tomo mi mano y nadamos juntos a la orilla, estábamos parados en una orilla diferente, una orilla que yo ya conocía.

-Tu y yo no pertenecemos a los mismos sueños, tu y yo no debemos encontrarnos nunca, todo va a estar bien, vuelve con él, porque te necesita.

Sentí un olor distinto en el ambiente, como a lluvia sobre tierra, desperté ya era de día y estaba lloviendo.

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