lunes, 12 de julio de 2010

6to Encuentro: Una danza sin final.

Estaba medio despierta o medio dormida, una sensación extraña, porque podía ver toda la playa en mi mente pero escuchaba como el agua de la lluvia chocaba contra el techo de la casa, el sonido ayudo a la ambientación de mi sueño, ya que en poco tiempo pude sentir la lluvia cayendo sobre mi cuerpo, camine bajo el agua, hasta llegar a la casa, entre en la sala y la chimenea estaba encendida, me recosté en el sillón y tu saliste de una habitación que aparentemente era nuestra, me alcanzaste una toalla, pero yo ya estaba seca, me diste un beso en la frente y te sentaste junto a mí, yo me incline hacia adelante y tu acariciaste mi espalda, en mi cuerpo corrió un escalofrío sumamente agradable.

Que tal tu día? Preguntaste.
Exactamente igual que todos los días. Te dije tranquila

Encendiste la televisión, y estaban pasando una caricatura en la que había un robot, un anciano y una ciclope, de una u otra forma siempre que yo llegaba estaban pasando esa caricatura, como si fuera nuestra caricatura, reí levemente, aunque la situación no era chistosa, tu reíste conmigo.

-Te quiero mucho, dijiste.
-A que viene eso?
-Te molesta que te lo diga?
-No, no me molesta solo me parece extraño que ahora lo digas tan a menudo.
-Preferirías que me portara como antes?
-No, así está bien, definitivamente prefiero a este Antonio que al anterior.
-Cómo era el anterior?
-Menos cariñoso.

Te levantaste y tomaste tu pequeña pero efectiva pipa, la rellenaste y fumaste en la ventana, yo estaba sobre el sillón con las piernas cruzadas viéndote fumar, por alguna razón el acto en el que te levantabas, tomabas tu pipa, la rellenabas y fumabas, viendo hacia el horizonte, como si tu visión de la vida fuera completamente diferente a la de todos los demás, ese pequeño ritual siempre captaba mi atención, era como un ritual que me interesaba, no solo por verte allí, hermoso frente a la ventana, sino porque me mataba la curiosidad por saber en que pensabas cada vez que te recostabas en la ventana mientras rascabas con tu pierna derecha tu pierna izquierda.


Terminaste de fumar y te acercaste al sillón, me besaste la cabeza y sonreíste, rodeaste mi cuerpo con tus brazos, y tus manos lentamente recorrieron todo mi cuerpo, mi muslos los llenaste con tus caricias, las caricias temblorosas que siempre recibo de ti, no sé si son años de narcóticos en tu cuerpo o es que te pones nervioso al encontrarte conmigo, tu cuerpo se mecía lentamente sobre el mío, tu boca alcanzo mi oreja derecha, yo me estremecí del placer, tu respiración se acelero al igual que la mía, bailábamos en perfecta sincronía, tus caricias en mi espalda, tu cuerpo sobre el mío, los movimientos se tornaron más veloces, mis manos se aferraron fuertemente a tu espalda de nuevo, un gemido, un suspiro, creo que te volví a lastimar, y volví a ver mil fuegos artificiales en mi mente. Extenuados nos recostamos uno junto al otro con un par de enormes sonrisas en los labios, me besaste la frente y me abrazaste muy fuerte, me mantuviste junto a tu pecho, podía escuchar el latido de tu corazón y con esa tierna melodía que me aseguraba que estabas vivo, pensé y pensé… de tanto pensar en que esta danza entre tú y yo jamás terminaría, algo hacia falta, algo no cuadraba en esta visita, algo me parecía extraño, y me sentía muy preocupada, pero estaba tan feliz que simplemente me dormí entre tus brazos como siempre, olvidándome de todo, sintiendo tu olor a anís, colonia y hierba.

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