Yo estaba sentada en un bus, los asientos de terciopelo rojo me indicaron que no era un bus de mi país, un hombre fumaba en el asiento de a la par, yo me sentía en casa, mientras el bus seguía su curso yo no entendía que era lo que estaba pasando, afuera llovía, rápidamente la lluvia chocaba contra las ventanas del vehículo, provocando sonidos que después de un tiempo se volvieron relajantes.
El bus se detuvo en medio de la nada, y el hombre del asiento de a la par, se bajo rápidamente, cruzo la calle y desapareció, el bus emprendió nuevamente la marcha, y de repente había un hombre sentado frente a mi, y al igual que el hombre anterior este estaba fumando, parecía una chimenea, inhalaba humo exhalaba humo, repitió la acción un centenar de veces, el humo tenía un aroma fresco y agradable, casi adormecedor, y yo me sentí nuevamente como en casa, el humo me envolvía y me calmaba, que clase de tabaco fumaban estos hombres? El humo no me irritaba, por el contrario, yo esperaba que aquel hombre siguiera fumando para que yo pudiera seguir sintiendo el aroma a casa. En poco tiempo llegamos nuevamente a una llanura vacía, la lluvia había aminorado, creí que el hombre de enfrente se iba a bajar, pero el conductor se volteo y me señalo la puerta, yo baje y comencé a caminar, mientras caminaba, un sujeto con suéter verde y pelo corto empezó a caminar a mi lado, caminábamos en silencio, la lluvia humedecía lentamente y mi cabeza, pasaba en los charcos hasta que llegamos a una casa de dos niveles.
Entramos, la casa estaba llena de velas moradas, todas ellas estaban encendidas, me quite el suéter, y lo coloque sobre un sillón blanco, el joven del sudadero verde entro atrás de mi y repitió el acto de quitarse el suéter se sentó en el sillón y con la mano me hizo una seña para que yo hiciera lo mismo. Era una sala grande el piso de madera a veces rechinaba cuando uno caminaba sobre el, habían varios cuadros de distintos colores y formas, un cuadro con varias pinceladas moradas estaba sobre la chimenea, las ventanas de la sala estaban abiertas y el pregunto:
-Qué vamos a cenar?
-Pensé en prepararte pollo agridulce con arroz y papas asadas, que opinas?
-Me agrada la idea, voy a poner la mesa.
-Yo estaba un poco preocupada por ti, la ultima vez que hablamos te veía algo triste, por qué?
-Cosas que pasan.
-No quiere hablar de eso?
-No se, por el momento tengo hambre mejor comamos.
Su cara se veía vacía, y cargada de tristeza, había algo en el que hacia que yo me sintiera en casa, su voz y su mirada confortaban la gran soledad que me invadía, yo te extrañaba, y seguía pensando en ti, tu mirada tu cabello, tu sonrisa, pero en ese momento, con el, era como estar sentada junto a el mas viejo de mis amigos, el silencio hablaba un idioma que solo los dos entendíamos, había paz flotando sobre nosotros, afuera se veían las ramas de un árbol de aguacate y yo divagaba pensando en lo mucho que quería poder abrazarlo, decirle que todo iba a estar bien, todo se fue difuminando lentamente, intente mantenerme junto a el, intente luchar contra el impulso de levantarme quería decirle lo mucho que lo quería y cuanto lo admiraba cuando escuche afuera de mi cuarto:
-Martha te están buscando.
Nuevamente me encontraba en mi cuarto, escuchaba la lluvia en el techo de la casa, y las nubes indicaban que iba a seguir lloviendo, y yo desee poder dormir cinco minutos mas.
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