miércoles, 10 de julio de 2013

Comunidad virtual



Una comunidad virtual es una comunidad de personas que comparte intereses, ideas y sentimientos en común a través de la internet.  Posiblemente la primera persona que hablo sobre este término fue Howard Rheingold, quien fue el creador de una de las mayores comunidades  de internet , llamada “WELL” Rheingold en su libro The Virtual Comuunity, define una comunidad virtual como  “Una totalidad social que emerge del internet cuando suficientes personas mantienen  discusiones publicas durante una cantidad considerable de tiempo y suficientes sentimientos humanos para formar telarañas de relaciones personales en el cyberspacio” (traducción libre).

Desde hace años existen una nueva forma que permite que la gente alrededor de todo el mundo se comunique,  plataformas desde WELL  hasta paginas mucho mas modernas como Facebook , twitter, Hotmail, gmail, google plus, youtube ,  fueron creadas con el propósito de que las personas  se  puedan “conocer “ a otras personas alrededor del mundo.  

Para ponerlo en palabras mas sencillas las comunidades virtuales son como aldeas, creadas en el cyber espacio,  muchas veces se utiliza una metáfora como “café internet” para facilitar a las personas  visualizar la idea de una comunidad en la que ellos pueden tener relaciones personales con otras personas sin tener que estar físicamente presentes en el mismo lugar.

Existen terminologías que solo un cibernauta conoce, acrónimos simples como: LOL (laughing out loud), ROFL (rolling on the floor laughing), TTL (talk to you later), CU (see you), palabras como netsplit, geek, knowbot, sitelet, bebtone, cybrarian. Estas comunidades tienen su propio vocabulario, incluso en google se pueden encontrar diccionarios con explicaciones detalladas para que personas que no están al 100% sumergidas en el ciber espacio puedan entender este sub lenguaje que solo dominan los cibernautas computer geeks, más empedernidos.

La idea de una comunidad accesible solo a través de una computadora francamente me parece impersonal y fría, hay mucha gente que en realidad se siente apegada a estas personas que conocen  a través de la computadora, yo no soy una de ellas.  Las posibilidades son infinitas, un día podrías estar hablando con el joven que vive a dos cuadras de tu casa y al día siguiente podrías estar hablando con un hombre que finge ser mujer en alguna ciudad de Checoslovaquia.
La vida diaria de alguien que vive en el ciberespacio consiste básicamente en comunicarse con personas con las que posiblemente jamás tenga contacto, independientemente de quien se encuentre detrás de la computadora, es posible que ésta sea la forma más segura y a la vez la más insegura de relacionarse; desafortunadamente muchas personas utilizan estas redes sociales y medio de comunicación como una escapatoria de la vida real,  pero como todas las cosas, esto tiene un lado positivo también, si alguien tiene alguna duda con respecto a la tarea, simplemente abre twitter y le escribe al cibernauta, ese amigo que siempre está conectado, ya sea en su computadora, en su celular, en su Tablet, donde sea,  ese amigo que a veces parece no tener vida fuera de la computadora (cosa que es muy probable), entonces abrimos twitter y le escribimos, tal vez él no sepa si hay tarea o no, pero pasa tanto tiempo en internet que puede hablar con alguien más para averiguar eso.
 La vida de un cibernauta debe ser muy interesante dentro de lo que cabe, conocer gente en otros países, aprender de sus culturas, pero como mencioné anteriormente, puede ser tan seguro como inseguro, si uno se mantiene en la casa y mide sus horas de navegación  puede tener una vida en el ciberespacio y una vida también fuera de él, entonces se mantiene actualizado, conoce gente, aprende y entiende sobre las culturas. Ahora bien, si esta persona utiliza el internet para conocer gente y no hace más que estar todo el día utilizando Facebook twitter, chats, redes para conocer gente y  además de eso empieza a arreglar reuniones con estas personas, que son casi totalmente desconocidas, están atentando contra ellos mismos, uno nunca sabe que hay detrás de la otra pantalla, o del otro teléfono, considero que es un arma de doble filo. 

lunes, 29 de octubre de 2012

[ 9 ] El lugar de Seth.


La vieja Martha llevaba varios días pensando en mandar por correo a la Martha pusilánime a alguna isla desierta, yo seguía intentando pensar en una forma de empezar el viaje, el problema era que Martha pusilánime lloraba tanto que las ideas para viajar simplemente se humedecían y se ahogaban en mi cabeza, tenía que pensar en el momento exacto al que quería volver, habían tantos momentos perfectos para empezar que no sabía cual. Siempre supe que es mejor empezar por el inicio pero en este caso no estoy segura, si viajaba a ese inicio probablemente ni Martha pusilánime ni yo toleraríamos el viaje.

Mientras tanto en mi mente se encendían y se apagaban los vestigios de la felicidad que Seth llevo a mi vida, era una lucha entre la vieja y la nueva Martha. Poco a poco mientras me sumergía en los planes para viajar, la vieja Martha presionaba a Martha pusilánime para que intentara olvidar que efímera podía ser la felicidad, la nueva Martha lloraba por todos lados y no dejaba de reproducir imágenes en mi mente de Seth y ella.

Mi mente no dejaba de recordarme lo tonta que había sido al haber dejado mi corazón perdido por allí, y yo intentaba hacerle entender que él no estaba perdido, simplemente había decidido continuar su camino lejos de mi, como mis esfuerzos por planear el viaje eran infructuoso por los problemas de la lluvia de lagrimas, mi mente aprovechaba cada minuto de mi tiempo libre para dejar grabado en cada fibra de mi ser como no sentir era no vivir.

La situación empeoraba cada vez mas, eran demasiadas cosas habitando mi cabeza, y yo no sabia que mas hacer, decidí salir a caminar, era una fría tarde de octubre, había neblina y ya se sentía el frio de noviembre, coloque mis manos en las bolsas de mi suéter y camine, intentando no pensar en nada, lentamente mi mente se fue despejando.

Lo había logrado ya sabía el día, el lugar y la hora a la que iba a regresar, me apresure a caminar a la casa, mi cerebro corría a mil por hora y mi cuerpo intentaba seguirle el paso, llegue a mi casa agitada, cansada, pero eso era bueno, la vieja Martha y la nueva Martha estaban exhaustas también, no lograron seguir el paso de mi cerebro, me quite el suéter, los zapatos y las calcetas, me recosté sobre la cama y cerré los ojos, me concentre en ese día.

Eran las cinco de la tarde, no había mucho frío, yo estaba sentada en un carro de color gris, el carro se movía a gran velocidad, Seth no quería devolverme al perro que él mismo me regalo, ni quería dejarme bajar del carro, cada vez manejaba mas rápido y en poco tiempo nos alejamos de la ciudad, me estaba secuestrando, a mi y a mi perro.

La Martha pusilanime y yo estábamos sentadas en el asiento trasero del carro, riéndonos de la cara de terror que la Martha del asiento delantero tenía, nosotras sabíamos como acababa esa historia pero ella no tenía ni la mas remota idea.

-Podrías dejar que me baje del carro, quiero irme a casa, Mushu y yo no queremos estar aquí.

-Mushu piensa lo contrario.

Me dijo mientras sonreía, el acaricio a mi perro, Mushu decidió mudarse a sus piernas, el pequeño schnauzer movía la cola con emoción, en ese momento mi propio perro me pareció el mas grande de los traidores. Llegamos a un pueblo cercano, el parqueó el carro a media cuadra de la entrada al cementerio, se bajo del carro y me dijo que podía quedarme a esperar en el carro a que él y mi perro volvieran o que podía bajarme con ellos.

Bajé del carro de mala gana y comencé a caminar, el me dio su suéter y lo tome porque allí si había frio, el empezó a caminar hacía el cementerio, y yo lo tuve que seguir, cruzamos todo el cementerio, mientras caminábamos yo solo deseaba salir de allí, los cementerios nunca han sido de mi completo agrado, el cementerio se acabó y llegamos a una colina que parecía ser el final del camino, pero de alguna manera el encontró un camino para subir esa empinada colina. Como era un caballero ofreció su mano para ayudarme a subir, yo casi muero por la emoción y las ganas de tomar su mano, añoraba sentir su piel, pero como padezco de orgullo agudo, decline su gesto y solo hice como si subir esa empinada colina donde no había nada de que sujetarse, y la tierra estaba suelta fuera la cosa mas fácil del mundo, al fin llegamos y le di gracias a Dios haber llegado hasta la parte de arriba sin haberme tropezado, caído o golpeado, mi corazón latía a mil por hora, porque aunque estaba molesta de estar allí, estaba feliz de estar con el.
El siguió caminando entusiasmado con mi perro entre sus brazos, llegamos a algo que parecía una mezcla entre un claro y un barranco, estaba rodeado de arboles y el césped se veía amarillento, se notaba que no había llovido en bastante tiempo, pero la vista era simplemente hermosa, él se sentó en la orilla y me conto porque le gustaba tanto ese lugar, pero esa historia le pertenece a él y yo no tengo derecho de contarla. Pude ver como Martha lloraba en silencio mientras nos veía caminando de regreso al carro, al llegar al cementerio nos dimos cuenta de que la puerta ya estaba cerrada. Yo no sabía como íbamos a salir de allí, cuando el tranquilamente camino nuevamente hacía la parte de atrás del cementerio, resulta que había un camino por donde no había puerta así que salimos por allí, llegamos al carro y subimos, yo le dije:

-Seth te voy a extrañar.

Acto seguido él empezó a llorar, me pidió disculpas por lo que había pasado y manejo hacía mi casa, me dijo que creía que contarme todo lo que él había pasado podría hacerme cambiar de opinión, lo bese tome a mi perro y baje del carro. Martha y yo despertamos en mi cama y las dos estábamos llorando. Las dos lo seguíamos amando con tanta intensidad como esa vez. Tenia que ayudarla a dejarlo ir, a no amarlo asi como ella lo amaba, pero aparentemente nisiquiera yo era capaz de hacerlo.

domingo, 28 de octubre de 2012

[ 8 ] La Martha que el dejo.


La Martha que el dejo, y me refiero a él solo como él porque solo recordar su nombre crea un vacío en mi estomago que me marea, esta Martha  era una Martha que no conocía, era una triste mezcla entre soledad, desolación y tristeza, envuelta en un aburrido saco de piel, después de amarlo intensamente como ninguna de las dos había amado antes él decidió alejarse y con eso basto para que mi alma se partiera en dos. 

Al principio no estaba segura de si en realidad existían dos Marthas, por instantes creía que me estaba volviendo loca, hasta que un día mientras me peinaba frente al espejo del baño pude ver una tenue aura amarilla que rodeaba mi cuerpo, en ese momento frente al espejo comencé a llorar desesperadamente, me quite la ropa y tome un baño pues creí que las alucinaciones habían alcanzado un nivel mas alto, termine de bañarme y al salir pase frente al espejo y pude ver un aura de color azul, así me di cuenta, habían dos almas navegando en mi cuerpo, como en una diminuta pecera de cristal, ambas luchaban por salir a flote.

Ahora habían dos Marthas y ninguna d ellas era yo. La Martha antes de el era una Martha fuerte, independiente, valiente, una mujer que no necesitaba abrazos o besos, era como una roca carente de sentimientos, que afloraban de vez en vez, cuando alguien lograba alcanzar su corazón. una Martha que se valía por si misma y una Martha que no conocía ni la tristeza ni la felicidad, una Martha extraña y rota que no sabia que era el amor.


La otra Martha, la que nació después de conocerlo, necesitaba de él, deseaba tenerlo siempre entre sus brazos, añoraba sus besos, sentía que no podía vivir sin sus caricias, los momentos que pasaba con él eran invaluables, esta Martha era capaz de dejar a un lado su orgullo y rogarle que no la dejara, ella soñaba con una vida junto a el, y esa fue la Martha que el me dejo cuando se fue. 



Esta mujer completamente desconocida para mi, me asustaba, la encontraba por los rincones de mi cabeza llorando a mares por él, todas mis ideas se encontraban empapadas en agua salada, y lentamente se iban perdiendo en un mar de tristeza, el mar de llanto abarcaba todos y cada uno de los rincones de mi cerebro y en poco tiempo descubrí que el agua de lágrimas es lo peor para las ideas, las hace mas lentas, las atonta, las hace mas pequeñas, multiplica su negatividad por cien, envuelve el cerebro en una capa de dolor impenetrable, yo no sabía como controlar a esta mujer que habitaba en mi cabeza, por instantes la Martha sin corazón volvía llenaba mi cabeza con ideas para deshacerme de la Martha pusilánime, así decidí nombrarla, el simple hecho de vivir de esa manera hacia que esta Martha fuera un insulso pedazo de humano, no había mejor descripción que pusilánime para ella.


 

De una u otra manera cada uno de los recuerdos y sentimientos que la Marhta pusilánime tenia de él, yo podía sentirlos, a veces me encontraba llorando mientras veía television, o mientras me duchaba, cuando me acostaba en la cama, sentía olor a él, hacia falta su presencia, mi cabeza se llenaba de desesperación, cada instante vivido con él me inundaba y nuevamente ella se sentaba en un recóndito lugar de mi cabeza a llorar, mientras ella lloraba yo intentaba con todas mis fuerzas consolarla, mientras la vieja Martha solo se enojaba y se sentaba en una esquina a hacer muecas con respecto a la situación, afortunadamente a esa Martha no le importaba tanto lo que sucedía, como si la independencia y la fuerza se le hubiera ido y en su lugar solamente hubiera quedado indiferencia. 

Decidí hacer un viaje para volver al día en que lo conocí,  el dia en que Seth llego a mi vida, fue la primera vez en la que sentí que la Martha pusilánime sonrío, estaba de hecho muy emocionada con el viaje, me pregunto si podía ir y yo le dije que el viaje era para ella no para mi, íbamos a reconstruir todo desde el inicio hasta el final, para encontrar la forma de arreglarla, porque ella estaba rota, mas rota que cualquier otra persona en este mundo. Empezamos las preparaciones para el viaje, le di instrucciones sobre como comportarse estando allí, y le recordé que solo podíamos ver, ella no estaba muy feliz con eso, creo que ella estaba perdiendo un poco la razón, la soledad la estaba matando, teníamos que partir pronto, antes de que ella muriera de soledad o se volviera loca por la tristeza.



lunes, 5 de diciembre de 2011

[ 7 ] Lentes rectangulares, cedro y suavizante.

No era la primera vez que pasaba, conocía a alguien e inmediatamente lo borraba de mi memoria, era la magia de mi cabeza (como la de cualquier otra cabeza) como borrar archivos de una computadora, el fiasco de las gomitas había dejo de existir en mi cabeza. 

Era una noche estrellada de finales de octubre, yo estaba acostada en mi cama leyendo el Viejo y el mar, Hemingway siempre me hace sentir bien antes de dormir, termine el último párrafo y cerré el libro en la pagina cuarenta y cuatro, acomode mis almohadas y cerré la ventana de mi cuarto pues el frio de noviembre ya se empezaba a sentir, vi el techo un largo tiempo abrí mis ojos y me encontré sentada en el césped de un lugar extrañamente familiar, me puse de pie y vi alrededor, no estaba sola había alguien junto a mi, y esa persona sostenía mi mano con fuerza.  


Joaquín era su nombre, y no era como los demás Joaquines que yo había visto, conocido o escuchado, el era como un pequeño gato valiente y asustadizo, la mezcla perfecta de ternura y gracia, tan espontaneo e ingenuo, era tan fácil de entender, cualquiera podría quererlo en instantes solo con escuchar su risa contagiosa y ver sus enormes ojos color avellana, se sentía bien estar junto a él, era como si él me conociera sin conocerme, sus enormes ojos se aculataban tras sus lentes rectangulares, su pelo era rizado y tenía una desprolija y atractiva barba, su ropa olía a cedro y suavizante, y su boca, su boca sabía a menta y cerveza.
Mis manos se sentían tan bien entre las suyas, un calor agradable inundaba todo mi cuerpo, por ese ligero contacto con él, eran vestigios de felicidad. Me estaba quedando claro que parte de mi corazón seguía aquí, casi imperceptible. Pero estaba aquí.  
Me recosté y vi al cielo, estaba nublado y  no se podía ver la luna, el viento daba en mi cara, sentí placer, hacía muchísimo tiempo que no sentía placer, recosté mi cabeza sobre su brazo, y una lagrima rodo por mi mejilla.

-Por qué lloras?

-No lo sé, creo que simplemente extrañaba sentir.

-Tranquila esto es solo un sueño, cuando despiertes mañana dejaras de sentir nuevamente y todo volverá a la normalidad.

-Lo se, por eso lloro, extraño los pequeños sentimientos que solían parecer absurdos.

-Si, te entiendo.

 No quería volver a sentir, pero era extrañamente agradable, se me hizo un chirmol en la cabeza, estaba tan asustada y a la vez tan feliz, quería salir corriendo, entonces recordé, es un sueño, esta persona no existe, no me siento así en realidad. Abrí los ojos, y estaba acostada en mi cama, viendo al techo, la mala costumbre de revisar mi teléfono llego nuevamente en el momento menos indicado, era un mensaje, decía:

-Feliz noche… ya me debes un chocolate… será helado. Era Joaquín. Pude sentir como mi corazón se estremecía, un calorcito se apodero de mi nuevamente. Estaba aterrada. 

martes, 19 de abril de 2011

[ 6 ] Cigarros y gomitas.

Empecé a caminar con rumbo a mi casa, sentí el fuerte impulso de pasar a una tienda y comprar un cigarrillo, esos pequeños hijos bastardos de la naturaleza que se encargan de contaminar los pulmones de miles de personas diariamente; me pare frente a la tienda y vi hacia dentro, vi mis zapatos, vi adentro, vi hacia el final de la calle y mientras mi mente y mi necesidad de nicotina peleaban, nuevamente un jovencito de ojos grandes iba sin prestar atención a su camino, sentí algo extraño un pequeño vacío en el estomago, un rayo de sol pego en mi espalda y el calorcito se sintió increíblemente placentero, por unos leves instantes pude notar que la pequeña parte que quedaba de mi corazón palpitaba rápidamente mientras él se acercaba a mí.

-Que no se dé cuenta de que estoy acá parada, y que choque contra mí. Que absurdas ideas, infantiles; me reí en voz alta, eso hizo que el levantara la mirada, sentí pánico e inmediatamente entre a la tienda. Me sentía tan cansada de mi repetitiva vida, aburrida y desesperada de mi forma de vivir, todo el tiempo sin sentir, sin comprender que era amor, que era querer.


-Tiene cigarros sueltos?

El señor de la tienda me vio de arriba abajo y asintió.

En ese momento el jovencito de los ojos grandes entro a la tienda se acerco al mostrador y me sonrió. Yo devolví la sonrisa

-Deme tres por favor.

-De cuáles?

-Marlboro rojo.

Parecía que el joven que estaba parado a la par mía quería decir algo, me veía de reojo como analizándome, o viendo mi cara, lo que sea que fuera dejo de verme de reojo y empezó a verme fijamente, antes de que el pudiera decir cualquier cosa, el señor de la tienda me llevo los tres cigarros, los tome, dije gracias y salí rápidamente de allí, solo pude escuchar su vos un poco aguda que decía:

-Una bolsa de gomitas por favor.

Por las prisas había olvidado pedir algo para encender los cigarros, un encendedor o fósforos, me vi en la necesidad de entrar a otra tienda, afortunadamente no tuve que comprar nada porque la señora de esa tienda tenía una vela encendida, cerca de una canasta llena de tamales y tortillas, supongo que era para ahuyentar a las moscas; me agache un poco y encendí el cigarro, iba saliendo de la tienda cuando de la nada tope con alguien un poco alto que olía como a almendras y jabón, era el mismo jovencito, sentí como mi cara se calentaba, me estaba sonrojando.

-Lo siento. Musite con timidez.

-Dale, esta bien. Me llamo Andres.

Demasiado protocolario pensé, pero que rayos -Yo soy Martha.

-Fumas mucho?

-No, por qué?

El señalo mi mano, y me di cuenta de que allí estaba el cigarro, levante mi pie derecho y con la suela de mi zapato le arranque la parte encendida, sonreí bobamente mientras guardaba el cigarro en la bolsa de mi sweater.

-Fue un deseo momentáneo de fumar.

-Quieres una? Dijo mientras extendía su mano hacia mí, en ella había una bolsa de gomitas de colores, tome una, y nuevamente sentí un vacio de felicidad en mi estomago. No podía dejar que siguiera sucediendo eso.
-Lo siento me tengo que ir, me están esperando en casa para comer, pero fue un gusto conocerte, mis mejillas todavía se veían rosadas y la imagen del joven colocho de ojos grandes no se salía de mi cabeza; ahora la imagen ya tenía
nombre, Andres.

jueves, 10 de febrero de 2011

[5] El segundo viaje.

Estaba en un terreno boscoso, un tanto lodoso, como si hubiera llovido hace tan solo un par de horas, aunque no había ni una sola nube gris en el cielo; podía ver a un monstruo peludo que engullía algo de una forma que parecía ser compulsiva, como una maquina, no logre distinguir que era lo que estaba comiendo, empecé a caminar en dirección al monstruo, con el firme propósito de descubrir que era lo que tan energéticamente comía, el volteo y fijo sus ojos en mi, continúe caminando en esa dirección, mis pasos cada vez eran mas lentos, temerosos y cortos, uno de mis pies se atasco en una rama, yo comencé a jalonear, mi pie empezaba a destrabarse cuando…
Airwaves beam from the light on the tower, Get my kicks from your eleventh hour, Won't you gimme some more, Riot on the radio, Burning up, say my mind's on fire,A talk talk speaker on the end of the wire... encogí mis piernas hacia mi pecho y cubrí mi cabeza con las chamarras, pero cada diez segundos el volumen de la musica aumentaba, en menos de dos minutos el sonido había aumentado hasta el máximo, saque mis manos de las chamarras nuevamente buscando el control, que siempre se pierde en los momentos más inoportunos, busque sobre la mesa que estaba a la par de mi cama, la madera estaba fría e hizo que toda mi piel se erizara, busque a tientas sobre la mesa y reconocí el libro que aunque era un libro estaba muy tibio, un cuaderno de espiral, un par de crayones, un borrador y un portaminas, pero no estaba el control.



Empecé a sacar lentamente una de las piernas de entre las chamarras, con la misma lentitud y pereza saque la otra pierna, me coloque las pantuflas, todavía no estaba lista para salir de la cama, en ese momento mi celular empezó a sonar, y por alguna razón que no recuerdo el celular estaba del otro lado de la habitación, justo donde estaba el estéreo.


Camine mas dormida que despierta por la habitación, le di un pequeño golpe al botón de apagado del estéreo, y tome mi celular: una llamada perdida, era de un número desconocido, tome mi celular y camine hacia mi cama, se veía más apetecible que nunca, la chamarra de color beige con franjas naranjas y sobre esas franjas estampados de hojas, combinaba a la perfección con mis cortinas de hojas y mi cuarto color beige, era tan armonioso, tan agradable, que simplemente provocaba volver a acostarse y perderse en la blancura del techo.

Recordé lo que estaba soñando antes de despertar, y pensé en lo horrible que sería volver a toparme con ese monstruo repulsivo, di un par de vueltas por el cuarto, sin saber en verdad que era lo que hacía, me senté en el sofá que estaba situado a un lado de la cama, subí mis piernas y las entrelace, recosté mi cabeza en el respaldo, un sentimiento extraño me invadió, tope con una superficie dura y fría, alce mi mano derecha y tome esa cosa que se interponía entre mi comodidad y yo, era el control del estéreo.


Tome mi toalla y camine al baño, tome una ducha larga, no estaba la satisfacción de permanecer bastante tiempo bajo el agua caliente, sin embargo permanecí cuarentaicinco minutos allí, esperando un indicio de satisfacción, de placer, de gozo, de alegría, de tristeza, de lo que fuera, pero no sucedió nada. Entonces pensé, si una ducha no me hace sentir nada, ni el sol en mis pies ya no podría sentir felicidad al comerme un helado, no podría llorar frente a la televisión mientras me sumerjo en la banalidad de una película romántica … intente disipar esos pensamientos, salí del baño y me fui a cambiar, me puse mis tenis de bolitas verdes con blanco y negro, un pantalón roto, una blusa negra y un par de aretes negros, era domingo, y no tenia absolutamente nada que hacer. Decidí dar un paseo por el parque, era muy temprano aun y había una gruesa capa de neblina que lo cubría todo, me coloque dos sweaters y una bufanda antes de salir.

Comencé a caminar hacía el parque cuando entre toda la neblina mis ojos se cruzaron con alguien, era un joven, delgado, moreno, de pelo rizado y ojos grandes, era hermoso, pero nuevamente no sentí nada, aunque me resulto divertido imaginar cómo sería si esos grandes ojos color almendra estuvieran frente a mí, y yo pudiera sentir el corazón latiendo a mil por hora, mientras me sudaban las manos, e intentaba articular palabras para poder mantener una conversación con dicho joven, sonreí y continué mi camino, mientras veía desvanecerse la posibilidad de volver a querer.

De todas formas si volviera a amar, me volverían a lastimar, entonces es mejor estar así, me dije a mi misma de una forma muy convincente, me senté en una de las bancas del parque mientras veía como unos pequeños rayos de sol se colaban entre las nubecitas de neblina, la luz era brillante y cálida, un rallo de luz llegó hasta mis ojos, nuevamente frente a mi se planto la imagen de la casa que había visto el día anterior, decidí esperar a ver que pasaba, no quería forzar el viaje en el tiempo, de un momento a otro pude escuchar lo que la persona que estaba parada afuera de la ventana me estaba diciendo, su voz era tenue, como si no quisiera que nadie mas escuchara:

- no llores, me decía mientras acariciaba mi mano.
- todo va a estar bien, repetía mientras sobaba mi pelo.
-te quiero, dijo viéndome a los ojos.
-sos la mejor amiga que tengo, me enoja tener que verte así por cosas que no valen la pena, mira salí de allí, vamos por un helado de chocolate, tu favorito.

Pude ver como la joven sonreía y caminaba hacía la puerta dando saltitos, con lagrimas en los ojos pero feliz, salió de la casa y dijo:

-Bueno de todas formas solo es un tropiezo, las cosas siempre cambian para mejor, verdad?
-Sí. Contesto el joven.

Qué era lo que me había pasado? Por qué había regresado específicamente a ese momento y a ese lugar? Por más que lo intentaba no era capaz de recordarlo, me quede sentada cerca de la ventana, acariciando al perro, intentando desesperadamente recordar que era lo que había pasado. No lo logre, lo único que logre fue entender porque cada vez que me siento triste como helado, claro, durante todos mis años de amistad con Fernando siempre me llevaba a comer helado cuando yo no me encontraba bien.

En un abrir y cerrar de ojos yo estaba nuevamente en el parque, ya no había neblina y el sol se posaba sobre mi cuerpo como una manta mullida y cálida, haciendome sentir tibia, nuevamente no sentí placer alguno. Me levante rápidamente y comencé a caminar hasta mi casa, tenía que recordar que era lo que me había pasado, y solo había una persona que podía recordármelo, era momento de volver a hablar con él.

jueves, 16 de diciembre de 2010

[4] El primer viaje.

Eran las seis de la mañana y yo estaba recostada en la cama viendo hacía mi maletín, pensando en ir a buscar el libro, me levante y mis manos temblaron ligeramente al sacar el libro, como si ese objeto representara algo fuera de este mundo; puse mis manos sobre la pasta negra y dura, me percate de que este libro se sentía tibio, lo cual era un cualidad peculiar para un libro.


Observe con detenimiento la imagen que estaba en la portada, era una mujer de cabello rizado que estaba saliendo por una ventana, mientras una mujer exactamente igual se encontraba durmiendo plácidamente sobre una cama, empecé a leer rápidamente el libro, mientras más leía, mas identificada me sentía con todas las indicaciones que el libro daba, una a una me fui comiendo las paginas sin descanso, era como un platillo recién sacado del horno cuyo olor seducía e invitaba a comer hasta saciarse, todas y cada una de las instrucciones eran parte de un ritual que yo había practicado durante años, termine de leer en poco tiempo, mi cabeza estaba tan llena de ideas que no podía concentrarme en nada, era como una sobrecarga que no me permitía hacer cosas de forma racional y voluntaria.

Encendí la televisión y navegue por todos los canales sin prestar atención, a las imágenes o al sonido, después de varias vueltas sin escalas por los noventa y nueve canales, la apague me levante y fui a mi escritorio encendí la computadora, las luces azules del teclado empezaron a parpadear, por alguna razón sentí que esta vez la computadora tardo más tiempo en encender que de costumbre, me levante y me dirigí al estéreo, lo encendí e inmediatamente escuche Think I’m in love, de Beck, la pegajosa letra empezó a sonar I really think I better get a hold of myself, Don't wanna let the night get ahead of myself…. La música se fue difuminando en mi cabeza, en mi mente se dibujo un pared blanca y amplia.


Era un completo bloqueo mental, no podía pensar en nada, me acosté en el piso, el cual estaba sumamente frio, mi cuerpo lo sentía pero no existía incomodidad alguna, mis ojos veían el techo, era tan blanco como mi mente, de un momento a otro empecé plasmar en lo blanco un balcón y en el balcón había un perro, una puerta de madera, una grada por aquí, un par de muros por allá, en pocos instantes había hecho una estructura completa, había una sala con cuatro sillas de madera, en las paredes habían repujados y cuadros de paisajes, pintados por una mano inexperta, la sala tenía una puerta y al pasar por ella lentamente fui dibujando un corredor, al final había un comedor con seis viejas y gastadas sillas, camine por la casa como si la conociera desde siempre, si habían pedazos blancos, los iba rellenando con colores y texturas, paredes celestes, y piso gris, todo de madera, camine nuevamente a la sala, y me vi, era yo, parada en el balcón de esa casa, y había alguien afuera, sostenía mi mano a través de la rejilla y decía palabras que no lograba escuchar.

Entrecerré los ojos para intentar ver mejor a la persona que sostenía mi mano, pero lentamente las imágenes se fueron borrando, nuevamente estaba tendida en el piso de mi cuarto viendo al techo, el piso estaba tan frio que me dolían los pies la espalda y la cabeza, pero no me importo, intente ir a esa casa nuevamente, me quede en el piso abriendo y cerrando los ojos, concentrando mi mente en el techo blanco, repetí la canción de Beck una y otra vez.

Como una desquiciada busque en mi cuarto la carta que había llegado hace unos días, estaba en una caja bajo mi cama, abrí el sobre con desesperación y allí estaba la foto, era exactamente la misma casa, el mismo perro, algo extraño estaba sucediendo, me quede sentada en el piso un par de minutos, no me había percatado de que esta vez había viajado en el tiempo sin siquiera esperarlo, mi mente me llevo exactamente al lugar al que debía ir, pero nuevamente el viaje me dejo exhausta, tome mi celular y eran las nueve de la noche, era increíble cuanto tiempo había pasado leyendo el tibio libro y pintando en mi mente, mis ojos se cerraban, en poco tiempo mi mente se fue sumiendo en una inmensa obscuridad. Mañana pensé, mañana será el dia.